Por primera vez Gorillaz se presentó en Paraguay para cerrar el mega festival Asunciónico 2018. (Crónica por Charly Esperanza)*
Sobre el escenario principal el aperitivo de la noche se escuchaba y se veía cubierto de placer con Sofi Tukker. El dúo neoyorkino que gusta de cantar en idioma portugués levantó con energía al ritmo de su ajustado house y la estridencia electrónica.
Provistos de consolas, micrófonos y una guitarra, Sophie Hawley-Weld y Tucker Halpern se nutren de una atrapante presencia y despliegue físico para capturar los sentidos del público. Unos simples punteos de guitarra adornaron con sincronía las increíbles bases de sus canciones.
Con una amplia sonrisa dibujada en su rostro el carisma de Sophie parece brotar naturalmente desde su piel casi como si se hubiera apropiado de la característica alto astral de Brasil. La ausencia de instrumentos sobre el escenario se deja de lado cuando su voz vuela con la seducción de la canción Matadora. Mientras Tucker distorsiona su voz para agregarle tonos graves a la sensación de dejarse llevar a noches de eternas pistas y luces.
Entre gritos hicieron subir a una señorita y a un muchacho para ubicarlos en la plataforma más alta del escenario y hacerlos bailar siguiendo los pasos de Awoo.
En medio del show, poseída por su propia energía Sophie decidió saltar las vallas ante la mirada incrédula del personal de seguridad para liberar su cuerpo al baile entre el público que la acompañó saltando hasta el otro extremo del escenario.
Además entre otros puntos elevados de la actuación del dueto presentaron las canciones Dejá Vu Affair, Best Friend, y el enorme hit Drinkee.
Al toque sobre el otro escenario internacional los alemanes de Milky Chance recordaron la belleza de escuchar instrumentos mimetizados por la sincronía alcanzada tras horas infinitas de ensayos.
Brillantes desde el primer acorde tocaron las fibras justas para quienes los escuchaban por primera vez (me anoto en esa lista) y la gran parte del público que se conocía a la perfección cada cambio de ritmo y la letra cantada con algo de desgarrador equilibrio contenido por Clemens Rehbein.
Por momentos Antonio Greger dejaba su lugar de segunda guitarra para darle potencia viajera a las vibraciones de una armónica propia de un mundo libre que solamente puede crearse con la música.
En un extenso show la banda de indie folk tocó canciones como Cocoon, Blossom, Flashed Junk Mind, Doing Good, Firebird, Running, y Fairytale.
El cierre se dio con la esperadísima Stolen Dance, momento en el que cientos de celulares se elevaron entre la feliz multitud para intentar tomar registro personal de lo que ocurría sobre el escenario.
El momento intermedio previo a la llegada de Gorillaz se diluyó entre recorridos por la cantidad de puestos comerciales, saturando con su presencia y separados por pocos metros de distancia. Decenas de distracciones relacionadas a todo lo que es el rock “menos la música”, cada vez más recurrentes en los grandes festivales por la necesidad de costear y saciar sus propias mega ambiciones.
Hasta que finalmente el plato principal del Asunciónico 2018 alcanzó su punto justo con el ingreso de Damon Albarn junto a sus secuaces humanos y gráficos al escenario principal.
Repetidamente se escuchó tenebroso el grito de Hello, is anyone there? mientras los músicos de Gorillaz tomaban sus lugares y arremetían con el poderoso M1 A1, a lo que le siguió Last Living Souls, anticipando que la lista de temas sería similar a lo que vienen presentando en diferentes países de latinoamérica.
Sin intervalos, acopladas una canción tras otra, la hora y media que la banda estuvo sobre el escenario fue a pura música.
Tomorrow Comes today, On Melancholly Hill, El Mañana, Dirty Harry, 19-2000, Stylo, Kids With Guns, y Feel Good Inc, fueron los celebrados repasos por los principales éxitos que Gorillaz cosechó a lo largo de su discografía.
Además en su primera presentación en Paraguay aprovecharon para dar a conocer la nueva canción Hollywood como adelanto de lo que será su próximo disco.
Cada aparición en las pantallas de los cuatro miembros ficticios 2-D, Noodle, Murdoc Niccals y Russel Hobbs, era acompañada por aplausos y alaridos de la encendida audiencia.
En los pocos momentos que Damon decidió tomar el micrófono para decir unas palabras se encargó de explicar que el guitarrista estuvo ausente por una dolencia estomacal y en otro instante manifestó su grata sorpresa de descubrir tanta naturaleza en Paraguay, seguramente algo malacostumbrado a las metrópolis de soberbios edificios e iluminaciones artificiales.
Saturnz Barz sonó con fuerza entre las animaciones del cantante Popcaan y las intervenciones de Damon en una de las canciones más melancólicas de Gorillaz.
Mientras que la densidad con impronta teatral que le impone Pauline Black al tema Charge superó cualquier elemento visual que se pueda intentar dimensionar con la tecnología. A su tiempo Little Simz se comió el escenario con su vertiginoso rapeo en Garage Palace.
Los que también se hicieron presentes en carne y hueso como invitados en diferentes momentos fueron De La Soul, Peven Everett, Jamie Principle, y Bootie Brown. Permanentemente, el coro de voces latía marcando su propia línea para destacarse sobre el fondo del escenario. Así, Damon demuestra que no solamente es un excelente compositor sino que también sabe muy bien cuando correrse del foco principal para enriquecer aún más sus producciones con la colaboración del talento desbordante de otros artistas.
Para el cierre definitivo aparecieron las máscaras de los personajes virtuales de Gorillaz entre el público mientras sonaba Clint Eastwood que con su nacimiento cambió en parte el modo de consumir música. El clásico que marcó el camino del proyecto musical de Albarn y Jamie Hewlett, en un universo de animaciones, fue coreado por la masa de fanáticos aún sin acabar de rescatarse que el paso del tiempo dejaría grabada a esa noche como el motivo de futuros recuerdos entre sonrisas.
Crónica de marzo de 2018.